“¡No sabés la mujer que me comí!”, me dijo, así, tan vulgar, tan grosero.
Sin embargo esas palabras no eran si no la voz de su oscuro deseo:
Comerla, devorarla, fagocitar su carne como un caníbal
hasta que ya no quede nada, hasta que ya nadie pueda probarla.
No obstante nada calma su hambre, su deseo es insaciable.
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1 comentario:
aayyy me dio escalofríos, che!!
Nunca me había puesto a pensar lo salvaje y animal de la palabra "comer"...
Aún así creo que lo salvaje y animal de la palabra es lo que le otorga el sentido... pero un buen sentido je.
No sé si dejé en claro lo que quise decir...
Besos Gus
*DaN*
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