Se donde puedo encontrarte (cuento)
¿Cuanto tiempo puede esperar uno lo que desea?
¿que nos hace creer que lo que no fue hoy pueda ser mañana?
¿de veras pueden creer que así por que si de un momento al otro
la puerta que siempre estuvo cerrada se abre?
¿Y si nada llega?, ¿si todo pasa y nada llega?
habrá otra vida para vivir?
Entonces como una bendición a nuestro alcance está la fantasía
y de ella podemos sujetarnos cuando la espera interminable
comienza a tentar a la resignación y agoniza la ilusión,
cuando todo esta dicho, cuando ya nada alcanza o todo sobra,
allí donde solo el propio corazón tiene acceso,
secreto lugar donde en cada lugar hay un secreto,
allí en donde ella aun sin prisa se desnuda, todo es fantasía.
Hoy la encontré de vuelta en la esquina que la conocí,
una y otra vez la conocí y la sigo conociendo.
Allí donde con un beso me aferre a su alma
y un olvido fue el naufragio insalvable
y una sonrisa sembraba suaves sueños
donde ahora casi ya no hay vida.
Caminamos bordeando el río y miramos un ave que pasa,
hablamos de todo un poco con un vibrato de timidez...
necesitas un mano y yo te ofrezco la mía
y así andamos ahora en silencio, respirando la brisa.
Me entero entonces que te gustan las estrellas, los soles,
las hadas y que un sapito de goma son alas que te llevan al cielo.
Me derrito en la candidez de tus ojos taciturnos
soy agua cristalina que fluye en tu corriente tibia,
nada me falta, nada me importa, nada me perturba,
todos los misterios de la vida se resuelven espontáneamente.
Y realmente un día estuvo...
aunque en este momento parezca mentira un día fue cierto:
caminamos bordeando el río y vimos pasar un ave,
incalculable fueron los pájaros que contamos luego,
los atardeceres, las montañas, los colores del mar,
las idas y vueltas, los llantos y las risas
y todo el amor que nos dimos envueltos en fuego
dejando la razón a un lado... muriéndonos de miedo.
Y no quedó un solo rincón en que no te encuentre,
si hasta donde corrí de pibe te vi parada,
si el mundo es menos de lo que puede caber en una mano
a la incomparable sensación de haberte sentido mía.
Y no quedó un solo rincón en el que no te buscara
y agonizando como un ave que hincha su pecho y no puede cantar
acabé por morir en las manos del invierno helado.
Como era de esperar la encontré en la esquina
en la que tantas veces nos dijimos los nombres.
Vestía ésa pollera floreada pero fui fuerte...
también al millar de veces que me sonrió.
No sabía como empezar
¿cómo decirle lo que me había propuesto?
podría romperle el corazón otra vez.
Pero mi corazón también estaba roto y no tenía opción.
Me había costado demasiado tomar aquella decisión,
no podía echarme atrás, era el momento.
No recuerdo que palabras se dijeron
más como olvidar las que no si me ardieron en el alma.
Pero al fin me encontré gritando:
"Ya no puedo vivir ésta fantasía, aunque te ame.
Debo regresar, a veces siento que me voy a quedar atrapado aquí,
en ésta hermosa pero absurda fantasía.
Aunque llores debes entenderme.
Hay un lugar para mí en algún lugar y quiero encontrarlo..."
Hoy la vi sin dejar que me viera,
en la esquina por su puesto como siempre.
Estaba sentada, inmóvil… serena,
mirando eternamente hacia delante.
No estoy seguro pero creo que sonreía.
Y así va a permanecer… paciente, a la espera…
No le apremia el tiempo ni la muerte,
no existe para ella diferencia entre un segundo y un siglo.
Allí está y allí permanecerá
Como una estatua, en silencio, sin apuro,
mirando siempre el mismo fragmento
de la misma escena. Imperturbable, divina.
Y yo no sé.
Por ahora no tengo pensado verla
por un buen tiempo… un par de años.
Después… que sé yo.
Sería lindo encontrarnos una tarde
en la esquina aquella como siempre,
aunque sea un rato… para charlar ¿no?
Después de todo ¿Qué se pierde?
¿Cuánto tiempo se puede esperar?...
¿qué esconde tanta esperanza?
gustavo galeano.
(15- 10- 2007)
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