jueves, 3 de enero de 2008

Reflexiones...

"... los grandes capitalistas llegan a ser como tiburones en un estanque, que devoran a los peces más débiles; y no hay duda de que la pobreza de una parte del pueblo parece aumentar en la misma proporción que la riqueza de otra".

Robert Southey

El Ser. (primera parte)

Buscando la esencia del ser me perdí en oscuros laberintos, me enfrenté al miedo y a la vergüenza, me escondí de los espejos y del juez divino, caí de rodillas junto a los humildes, me mordí la lengua antes de decir “nada”, lloré y pedí perdón por ser tan necio, tan soberbio, tan ridículo, tan vanidoso y miserable…
Buscando la esencia del ser descubrí que todos estamos solos, que la esencia primera es el egoísmo que quizá se halle cimentado sobre el instinto de supervivencia y eso lo haga un tanto más inocente. Pero estamos solos y rodeados de semejantes que acrecientan nuestra soledad al mostrarse tan distintos, tan distantes. La soledad es entonces, además de esa instancia a la que a menudo aluden los poetas en la cual uno se ve privado de la compañía que desea, la fortaleza que aprendemos a construir en defensa del resto, nuestros semejantes. Por eso tenemos secretos, por eso apagamos la luz, por eso amamos la noche y bebemos alcohol… La mente es un lugar al que solo tiene acceso aquel que la posee a dicha mente. Cuando miro el cielo, solo yo puedo apreciar y sentir como aprecio y siento, aun que la vida me haya dado la habilidad de poder expresarme. Entonces me doy cuenta que la soledad es algo más que esa ausencia que nos entristece. La soledad es esencial y la percibimos a medida que vemos con más claridad nuestro interior.
Buscando la esencia del ser entendí que la moral es el alejamiento, a través del símbolo, de esa esencia de naturaleza espiritual. La moral es la esencia del espíritu refinada por el intelecto para acabar con la soledad y establecernos como sociedad. Sin embargo toda moralidad se transforma, cuando no en su contrario, en otra sustituta con el diario acontecer y la suma de los años. Sin embargo, la moral como sistema de contención y organización social tiene la fuerza de inhibir impulsos que responden a la propia naturaleza humana. Pero como esos impulsos se gestaron en la esencia del ser, a menudo los dictados morales son transgredidos.
Pero si pensamos un momento, hay un lado del ser en el que se plasma la bondad, hay un sentimiento de semejanza hacia el prójimo, hay un hacer por el otro... Ahora ¿es esto un rasgo esencial del hombre? ¿O es resultado de la conciencia? Digamos, ¿no es el hecho de darnos cuenta que un impulso “no esta bien”, por así decirlo, lo que nos hace detener? ¿No es el símbolo el que determina la intención de un acto más que la esencia de este? Y más aun ¿no es posible que un acto de generosidad tenga su origen en la esencia egoísta del ser? O sea, el acto sería la forma de mitigar el sentimiento de culpa que despertó el impulso egoísta en esencia.