martes, 5 de febrero de 2008

El Ser. (segunda parte, Salvemos al mundo ahora)

Salvemos el mundo ahora, nosotros que podemos, nosotros que somos tan inteligentes y entendemos de que se trata la justicia y la igualdad, nosotros que levantamos la bandera de la libertad y la paz, nosotros que sacrificamos nuestros deseos individuales por los otros, nosotros que no consumimos aquello a lo que una gran parte de la población no tiene acceso. Nosotros que le decimos “No” a un sistema que deja a otros por fuera, que especula con la vida de las personas, que genera miseria y pobreza, que avala el abuzo y la guerra, que infecta el mundo…
Es muy curioso que las personas a menudo se muestren en descuerdo con el sistema económico dominante en el plano de la razón y no en el de la conducta. Y lo que lo hace curioso es la ligadura al sistema que muestran en un plano y en el otro. Curioso por que solo una es efectiva ya que liga a la persona en tanto que la otra no desliga. O sea, a partir de la razón el individuo puede oponerse al sistema pero no desligarse, en cambio a través de la conducta no sólo se liga sino que contribuye a su funcionamiento. Pero, en efecto, ambos planos están ligados al sistema. Uno se liga en la contribución, el otro en desligarse de la misma. En síntesis, no nos hacemos cargo de que contribuimos con un sistema con el que estamos en desacuerdo. Y se entiende que esto pase, es horrible pensar que de algún modo por diverso que sea proyectamos nuestro porvenir amoldado a un sistema que minimiza al extremo el valor de la vida en toda su extensión. Y obviamente no nos queda otra ¡Menos mal! ¿Si no que defensa tendría la razón ante la moral y la ética? Nos volveríamos locos.
Por otro lado, y esto es lo que me llama la atención por sobre todo, nadie imagina la cosa de otra manera. Proponen otras políticas pero nada interesante. Nadie puede ver otro futuro que el de los hombres ordenados en un organismo que funciona sistemáticamente. Pese a todos los índices de esta imposibilidad insisten caprichosamente, apuestan a la sistematización de la vida convencidos hasta la coronilla. Pero con tanta altanería nadie se compromete con el otro, todos están impregnados de vanidad y egoísmo, no hay uno que resigne un solo día unos de sus vicios por el otro, ni hablar de lo que nos da estatus y prestigio. Todos estamos atrapados en la esta celda biológica llamada cuerpo, cuna de diferencias e injusticias, abusos y corrupción. El camino del “ser” es otro, no es la igualdad ni la justicia, en el camino del “ser” el cuerpo es poca cosa, la materialidad es una eventualidad, una circunstancia que algún día será superada. El “ser” se dirige hacia la independencia corporal, se dirige hacia la liberación del espíritu, todo lo demás es vanidad humana, ese obstáculo contra el que lucha el “ser”, esa obsesión de ordenarnos como fichas de tablero y manipularnos indefinidamente. El “ser” está mucho más allá de todo esto, el ser no necesita sistemas ni orden ya que desborda lo físico y lo temporal, el “ser” busca la perfección, volver a ser Dios…
Ni siquiera el amor puede liberarnos. Solo la perfección puede libertar el alma, salir de este mundo imperfecto de simbologías para entrar en un universo de percepción directa y sabiduría.
El hombre en tanto que hombre no podrá cambiar su destino, convivir con un espíritu al cual no entiende y por el cual se confunde y enloquece. Ojala un sistema político pudiese acabar con esta desgracia. Pero no, el hombre es eso que esta entre la biología absoluta y la espiritualidad absoluta, el único capaz de percibir algo tan complicado y traumático como la contradicción. El único condenado al sufrimiento ya que solo para él existe, sufrimiento que no mitiga ni la igualdad ni la justicia, sufrimiento que despierta por ser lo que somos….

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Gustavo.
Te escribo porque acabo de ver un antiguo comentario que hiciste hace algún tiempo en una de las entradas antiguas de mi blog (las cuales por cierto no reviso muy seguido como te daras cuenta)
Bueno, te escribo para agradecer la visita y felicitarte por lo que escribes, creo que a este mundo le hace falta personas que tomen conciencia de las cosas, desde uno mismo hasta el infinito mundo que nos rodea.
Tambien me llamo la atencion ver en una entrada antigua tuya una cita de carderon de la barca, la que me encanta y que, por cierto, es la inspiración básica de mis escritos.
Espero sigamos en contacto.

bye...


Carpe diem!!!

María Daniela Yaccar dijo...

Quizás sea la misma contradicción que envuelve al ser humano la que le impide fijarse en el otro; por un lado dice estar a favor de la igualdad social, por el otro sólo contribuye a disminuirla... En una sociedad en la que el éxito personal y la competencia son valores que se impregnan a nuestra personalidad desde que vamos al colegio, iniciar el camino inverso puede llegar a ser muy difícil. Y no creo que estemos para ver ese cambio. Soy humana (¿no es lo que acabo de decir también una contradicción? Por un lado el mensaje de esperanza, de que algo puede cambiar, y por el otro, la certeza de que no estaré para verlo).

María Daniela Yaccar dijo...

Me olvidé de decirte que sí, la intención del poema era "alentar" a Aye.

Besotes Gus! Nos estamos viendo.